Quebrando una a una mis cuerdas vocales voy a liberar un GRITO. GRITO que en sus primeros metros de recorrido hará polvo una de las paredes de mi habitación para abrirse camino.
Que estrellará taxis y colectivos, regalándole al pavimento una cálida lluvia de cristales y etiquetas de radios de Palermo.
En un radio de 3 km dejará a las casas sin numeración, soltando (en caso de requerirlo) uno a uno los tornillos de los carteles que las aferran.
En mi barrio no faltará el que tema que se adelantó el 2012 y movilice las velas de un santo a otro.
En los cines pequeños, espectadores ofendidos reclamarán que se les devuelva el valor de las entradas; y en los otros, se seguirá pensando que la bebida no está suficientemente azucarada.
Claramente va a cortar el tránsito de la General Paz y supongo que los medios se pelearán por buscar un culpable político demonizando a quien vislumbren como un oportuno enemigo.
Pero el GRITO va a seguir su viaje a gran velocidad. Luego de hacer que algunos árboles sufran un simulacro de otoño, va a dividir, de un modo casi bíblico, las aguas de un charco y una fila de hormigas cruzará.
Si bien podría pasar toda la vida pensando cada una de las consecuencias, prefiero quedarme tranquilo de saber que quebrando una a una mis cuerdas vocales voy a liberar un GRITO. GRITO que cuando llegue a tus oídos no será más que un dulce suspiro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario