martes, 22 de noviembre de 2011

A.M.

Los gritos habían quedado atrás. Al contrario de noches anteriores, de situaciones anteriores, esta vez no le interesaban. Había algo que era más fuerte, algo que anhelaba y no iba a dejar que nada se metiera en su camino.
Creyó que la noche estaba fresca, se abrigó. "De más" pensó mientras caminaba, pero no había vuelta a atrás. No iba a volver.
No tenía apuro, pero sentía que debía caminar rápido. Pensó en que su vida era una sucesión de llegadas tarde; esa noche no podía volver a pasar.
Alternó cuadras en silencio, con cuadras en las que interpretó algunas canciones. Un repertorio bastante variado para las pocas esquinas que debió atravesar.
Hasta que en un momento algo se le cruzó por la cabeza, era sobre el momento, o sobre lo que dejó atrás, o sobre lo que lo esperaba al final del recorrido. O capaz era todo eso junto. Si, días de pensar y pensar, de sentirse incomodo y de golpe, caminaba por calles de su barrio y la noche tenía olor a libertad.
Ese olor increíble le llenaba su cuerpo de vida.
Lo habían invitado a desaparecer de la Tierra una noche y esas cosas no se rechazan.
Tocó el timbre, este le devolvió un sonido que lo dejó descolocado. Vio movimiento, sonrió y todo dejó de importar.

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